18 de diciembre de 2012

Misión ¿imposible?: coger un taxi en Pekín


El último post de 2012 quería dedicarlo a esas personas que un día te salvan la vida y, al siguiente, te dejan tirado en medio de la nada sin saber qué hacer. Son, efectivamente, los taxistas de Pekín, con los que todo el mundo guarda una especie de relación amor-odio.

Muchas guías dicen que la mejor forma de moverse por Pekín son los taxis. Puede que sea verdad. Pekín tiene un parque de casi 70.000 taxis: bastante grande si lo comparamos con el de España (70.600 en 2010 según el INE, pero con una población que es más del doble). Además, es muy barato si lo comparamos con otras ciudades (la bajada de bandera está en 10 yuanes, 1,2 euros). Por hacer una comparación más con España: me cuesta menos ir a trabajar aquí en taxi que en metro en Madrid…



Sin embargo, no todo es tan bonito como parece ni como lo pintan las guías. Hay un par problemas básicos.

El primero de ellos es lo difícil/imposible que es coger un taxi en hora punta, esto es, por la mañana y de 5 a 7 de la tarde. Por tanto, si no puedes coger un taxi para ir a trabajar ni para volver a casa, tan cómodo no es, ¿no? Otro momento en el que no hay ni un taxi disponible (¡ni uno!) es cuando llueve. Si tienes un metro cerca el mal es menor, pero si estás en medio de la nada o tienes que ir al aeropuerto y no hay alternativas, ya no pinta tan bien (menos mal que llueve bastante poco en Pekín…).

El segundo gran problema es que si consigues coger un taxi en alguno de estos dos momentos, además de ser un afortunado, deberás ser un afortunado con paciencia, porque el tráfico en el centro de la ciudad es bastante desesperante. A modo de ejemplo, estoy convencido de que tardo menos en bicicleta, a la vuelta del trabajo, que en taxi a esas horas.

Aunque la foto no es mía, no es una imagen que te deba sorprender si llevas un par de meses en Pekín

Por último, está el inconveniente de ser un “laowai” (guiri en chino). Es normal que muchos taxis no te paren porque al verte cara de occidental piensan que no te van a entender (probablemente estén en lo cierto, dicho sea de paso) y pasan de largo.

A pesar de todo lo dicho anteriormente, creo que Pekín es una de las grandes ciudades donde más factible es coger un taxi.

Y ahora algunas pautas/curiosidades que les pueden ser de ayuda si alguna vez tienen que coger un taxi en Beijing.

  • El punto número uno evidentemente es que los taxistas no hablan inglés, más allá de un esporádico “hello!”

  • Por lo general, los taxistas suelen ser honestos y no tratan de darte una vuelta turística en vez de llevarte directo a tu destino.

  • Es importante no olvidar llevar la dirección escrita en caracteres chinos, o bien el lugar a donde quieres llegar señalado claramente en un mapa.  Aun así puede que el taxista no sepa llegar y te diga que no quiere hacer la carrera.

  • No cojas taxis ilegales, pues el sobreprecio puede ser hasta 6 veces mayor. Diferenciarlos no es muy complicado, pues los taxis legales llevan arriba la típica luz encendida o apagada, según estén libres o no. Sospecha también si hablan inglés (un verdadero taxista pekinés no lo haría). Sirva como referencia que el sitio preferido de estos taxis son el aeropuerto, la estación de tren y los lugares frecuentados por turistas. 

  • También es importante saber que a partir del tercer kilómetro, el Gobierno te obliga a pagar 2 yuanes más (25 céntimos de euro) para compensar la subida de los precios de la gasolina. No es que sea mucho, pero los primeros días que no lo sabíamos nos sentimos bastante estafados cuando nos daban el cambio.

  • Por último, una de las grandes incógnitas de los taxistas en Pekín es porque no te aceptan llevar si el lugar al que quieres ir está justo en la dirección contraria a la que está enfocado el taxi (en una avenida, por ejemplo, tú quieres ir hacia el norte y el taxi está en el carril enfocado al sur). En España el taxista estaría hasta contento por hacer una carrera más larga de la necesaria; en Pekín sin embargo no te dejan subir. Ver para creer.









11 de diciembre de 2012

Cambio de nombre


La cultura china le da mucha importancia a la elección de nombres, tanto de personas como de empresas como de cualquier otra cosa. En teoría, una buena elección puede suponer, o ayuda al menos, a que la suerte acompañe al niño que nace o la empresa que se crea.

Cuando vienes a China, es muy normal que te pidan al poco tiempo un nombre chino. No solo es signo de querer integrarse un poco en su cultura, sino que además les facilita mucho a la hora de querer llamarnos. Imagínense a un chino llamando por Rodrigo…De hecho no hace falta que llegues a China para que te lo pidan, cuando haces el visado ya hay un apartado que pone “Nombre en chino (si lo hubiera)”. 

La adopción de nuestro nombre chino fue bastante sencilla, pues los profesores de la escuela de chino se ofrecieron a buscarnos un nombre. Además, según nos dijeron, uno de los profesores era experto en eso.

La principal variable que se tiene en cuenta para ponerte un nombre chino es que, fonéticamente, se parezca a tu nombre de origen. Así, si quieres hacerlo por tu cuenta, la página web http://www.chino-china.com/nombres tiene un listado largo de nombres españoles con su traducción “más estándar” al chino. Por supuesto, no tienes por qué ponerte como nombre chino la traducción estándar, sino que puedes cambiar algún caracter o ponerte un nombre que no tiene nada que ver con el tuyo de origen. Va al gusto.

En nuestro caso, el profesor no buscó la traducción más estándar de nuestros nombres (con el mío hubiera sido una tarea difícil pues no creo que haya muchos precedentes), sino que intentó encontrarnos alguno que tuviera algún tipo de significado y que además fonéticamente no fueran muy distintos.

Así que ahora me llamo 达福 que en pinyin (algo así como la transcripción fónetica del chino) es Ying da fu. O lo que es lo mismo, mi nombre suena más o menos como “Intafu”. El primer carácter “Ying” sería mi apellido y “Da fu” sería mi nombre, que significa “llegar a la buena suerte”. Me dio opción a cambiarlo si no me gustaba, pero aunque nunca he creído demasiado en la buena/mala suerte, al final me lo quedé y a la gente parece que no le disgusta.

Algo parecido ocurre a la inversa con los chinos y chinas que trabajan en el ámbito internacional y se ponen, o les obligan, a ponerse un nombre occidental. En este caso la principal causa es por comodidad y facilitar las relaciones. A una de nuestras profesoras he intentado llamarla alguna vez por su nombre chino y jamás me ha entendido así que más fácil con su nombre inglés (Heidi…). En este caso no suelen buscar un nombre que se parezca al suyo en chino, sino alguno que les suene bien, que sea de algún famoso quizás o que signifique algo bonito. Supongo que de ahí que ya nos hayamos encontrados con unas cuantas “Lindas” en estos dos meses.

Es muy curioso lo de tener dos nombres cuando te presentas a un chino, pues no estás seguro de cuál decirle. Además que todavía no sé pronunciar perfectamente el mío y si en vez de "Da fu" con un tono, lo digo con otro que no es, ya significa algo así como "el suertudo". Menos mal que se inventaron las tarjetas de presentación. En China están a la orden del día (no solo en el ámbito empresarial) y resuelven bastante la papeleta, pues una de las caras está en chino con tu nombre en chino y la otra cara está en inglés y tu nombre original.

Para acabar, aprovecho el post para comentarles el caso de las marcas occidentales presenten en China y que deciden adoptar un nombre chino. La verdad que hay algunas que han aprovechado la oportunidad y se han puesto un nombre que les ayuda bastante, en lo que a marketing se refiere. A mí el caso que más me gusta es el de Cola-Cao, pues creo que difícilmente podría haber encontrado un nombre mejor que el que tiene: .
En español “Gao Le Gao” significa “alto, alegre, alto”, muy acorde con lo que trata de vender Cola-Cao. Aquí una foto de nuestras provisiones en Pekín.




Otro ejemplo típico es el de Coca-Cola, en chino traducido como “Ke Kou Ke Le” y que significaría  “permitir a tu boca alegrarnos” o algo por el estilo.

Otras marcas, en cambio, han buscado una traducción más o menos fónetica de su nombre, como es el caso de McDonald’s, en chino 麦当, “Mai Dang Lao”, que aparentemente no significa nada.

Poco más al respecto que contar, aunque para acabar me gustaría comentarles que la escasez de fotos de los últimos post se debe a los -5º de Pekín, que hace que uno se piense más de una vez sacar la mano del bolsillo y de los guantes para sacar la cámara, aparte de que ir de visita turística no es recomendable estos días. 

30 de noviembre de 2012

Curiosidades de un piso chino


Antes de venir a China me preguntaba constantemente cómo serían las casas aquí. ¿Habrá muchas  diferencias? Estaban las típicas preocupaciones como saber qué habrá en una cocina china, cómo será el baño, o el largo de la cama por mencionar algo más específico.

La conclusión a la que he llegado es que viendo lo diferente que son las cosas aquí y los choques culturales que te puedes encontrar, las casas son bastante parecidas a una casa estándar en España. Eso no quiere decir que no te lleves sorpresas, ni mucho menos.

Una de las primeras cosas que debes conocer al irte a vivir a una casa china es cómo funciona el tema de gastos (gas, agua, electricidad, etc.). El sistema es bastante curioso, se trata de unas tarjetas que tiene cada casa y que tienes que llevar al banco a recargar cuando se te acaba el gas, electricidad o lo que sea. En teoría, ya que todavía estamos en proceso de conocer el funcionamiento al 100%, te avisan de que se está agotando el saldo y así sabes cuándo debes ir al banco.

De momento solo sabemos cómo te avisan de que te estás quedando sin electricidad y es que el otro día nos quedamos sin luz. Al parecer, hay (por fuera de la casa, en medio del pasillo común) un interruptor general de la casa que se baja para avisarte de que estás quedando sin electricidad, con lo que tú tienes que subirlo y tan pronto como puedas ir a cargar la tarjeta. Pues bien, en la transmisión de información con el casero algo falló, pues no lo sabíamos y nos pasamos casi 24 horas sin luz hasta que conseguimos averiguarlo.

Con la luz y el gas todavía no sabemos qué va a pasar (aun queda saldo por lo visto), pero me temo que en breve podré contarles algo más.

Respecto a mis preocupaciones anteriores, la verdad que todo han sido cosas positivas dentro de lo que cabe. La cocina china es una cocina normal española de toda la vida, con una sola (pero importante) diferencia: no hay horno. La verdad que en cualquier parte del mundo sería un gran contratiempo, pero a decir verdad, aquí, como no hay pizzas o lasaña que poder meter al horno, el mal es menor. Respecto a la habitación y el largo de la cama, ningún problema, salvo que midas más de 1,90.

El baño sí es una de las cosas que da más que hablar, aunque por suerte no es debido al váter (en muchos sitios de China es un simple agujerito en el suelo, pero en las casas suele haber uno normal). El problema viene en la ducha y la distribución del baño. Partimos de la base de que bañera no existe, lo cual era de esperar, pero también era de esperar que existiesen los platos de ducha. Y no. El típico baño chino consiste en metro y medio cuadrado en el que tienes la alcachofa de la ducha, el váter y el lavabo. Esto implica que puedes, al mismo tiempo, estar sentado en la taza, lavarte las manos en el lavabo y ducharte. El mío sería así si no fuera porque sacaron el lavabo fuera a otro cuartito (gran idea para por las mañanas, por cierto).

Otra cosa muy curiosa, y que se mantiene desde los años 60, es el suministro de calefacción en China. Todos los años, el día 15 de noviembre, el Gobierno “enchufa” la calefacción en todas las casas de China (no sé si habrá alguna ciudad en la que sea diferente) y la deja encendida hasta que acaba el inverno, allá por marzo tengo entendido. El invento no es del todo malo si no fuera porque la durante la primera quincena de noviembre o los últimos días de marzo la temperatura no es veraniega precisamente, al menos en Pekín y el norte de China. 

Y ya para acabar, una última cosa que me llamó mucho la atención los primeros días. A pesar de que las zonas comunes de las casas están de lo más descuidadas (las paredes están sin encalar, sin ir más lejos), el sistema para encender la luz en los pisos chinos es a través de sensores de sonido.  Un caso que puede ejemplificar (de manera un poco absurda) los contrastes de China.



21 de noviembre de 2012

Analizando tópicos chinos


Los argentinos tienen el ego por las nubes, los alemanes la “cabeza cuadrada”, los nórdicos son muy limpios y los italianos chulos y de poco fiar. Estos y otros tópicos los utilizamos a diario para describir a colectivos de personas. No hay población de ningún país o región que se salve de estar estereotipada, y China no es una excepción. Además de los tópicos, están las típicas cosas que te cuentan pero que hasta que no vas al lugar en cuestión no puedes comprobar: en la India las vacas tienen prioridad sobre cualquier otro elemento en la carretera o en Estados Unidos todo está hecho “a lo bestia”, por ejemplo.

El post de hoy trata de recoger cinco de los tópicos y mitos (o no) con los que venía a China y tratar de analizar cuáles de ellos eran realmente ciertos y cuáles no. Empezamos:

1. Los chinos se pasan el día escupiendo: esta probablemente sea una de las cosas más ciertas de todas las que había escuchado. Ya puedes venir muy mentalizado y concienciado que, aún así, no te dejará de sorprender la tranquilidad con la que pasan a tu lado y sueltan el “regalito” a escasos centímetros (si tienes suerte) de tus pies. De todas formas, es de agradecerles que antes de escupir nos avisen con ese sonido tan melódico y característico que tienen.



2. En China todo es barato: aquí me veo obligado a decir que sí y no. “Sí” porque es verdad que muchas cosas se pueden encontrar a un precio más barato que en España o Europa. Y “no” porque si hablamos de calidad-precio, ahí la cosa cambia y te puede salir más caro comprarte tres auriculares que te han salido rana, que uno más caro que te va bien a la primera. Yo personalmente hay cosas en las que me la juego y otra en las que prefiero no arriesgar.

3. Los chinos son bajitos: pues sin mirar las estadísticas, que deben ser bastante esclarecedoras, he de decir que sí. Les comento tres situaciones que lo demostrarían. Por un lado, lavar los platos o cocinar (de esto último no hago mucho y acabo de encontrar la excusa perfecta) es una odisea para alguien que mide más de 1,80 pues el poyo de la cocina está bajísimo. Por otro lado, te das cuenta que la estatura media de los chinos es escasa cuando te es más cómodo y natural subir los escalones de dos en dos que de uno en uno. Por último, también puede servir de prueba que la talla máxima de zapato que suelen tener las tiendas es un 44, 45 como mucho.

4. El metro en Pekín va siempre hasta arriba: al igual que antes tendré que responder con un “sí, pero depende…”. La verdad que los primeros días me sorprendió ver como no era para tanto. A las horas punta va muy lleno sí, no hay espacio apenas, también, y tienes que hacerte hueco con antelación si quieres salir no sea que te quedes atrapado, pues también, pero me lo esperaba peor. Hasta que me ha tocado en los últimos días ir un par de veces a las líneas 1 y 4 en horas punta. Una auténtica locura. Locura que además se agrava por la poca sutileza de los chinos para hacerse hueco entre la multitud.




5. Los chinos trabajan mucho: ¿quién no ha oído eso de “trabajar como un chino”? Probablemente uno de los estereotipos más extendidos, entre los españoles al menos. No he tenido demasiado tiempo para conocer a muchos chinos que me cuenten un poco, pero no acabo de estar de acuerdo del todo. Si hablamos de horas laborales, el tópico sería totalmente cierto. Muchas personas hacen jornadas de 10-12 horas diarias y resulta normal que alguien trabaje los 7 días de la semana. Ahora bien, si hablamos de que durante esas horas laborales los chinos trabajen mucho, ahí ya tengo mis dudas. Y es que encuentras por la calle muchos trabajos cuya utilidad la pongo bastante en duda. Para mí el más curioso y extendido es el de personal de seguridad (de tiendas, supermercados, de edificios de viviendas, de parques…¡de todo!).

Como pueden ver hay algunos más ciertos que otros, aunque ninguno anda desencaminado del todo. De todas formas, si tienen curiosidad por corroborar algún otro tópico relativo a los chinos (y no, no voy a analizar ningún otro tamaño que no sea la altura) ya saben donde preguntar.